Ominira nació de una pulsión por llevar mensajes naturalistas a la pista de baile mediante bases electrónicas contundentes que beben del dub, el trip-hop y el global bass. Su proceso creativo se basa en explorar las sonoridades del mundo animal para crear un universo en el que el latido de las alas de un pequeño colibrí se convierta en una línea de bajo cargada de subgraves o el canto de una ballena se convierta en una melodía psicodélica.